domingo, 24 de julio de 2011

AQUELLA SALA

Luis Ángel (psicólogo) se encuentra viviendo solo y temporalmente en su modesto departamento del que se ve obligado a rentar por la cercanía a su Universidad.

Tal departamento se sitúa justo frente a su facultad de ingeniería (arquitectura). Tiene una vista preciosa por ubicarse en la cima del famoso edificio gris que aun estando en obra negra no luce del todo mal. Por su ventanal está asomado junto a un joven que lo ha visitado y al que va explicando a que licenciatura pertenece cada edificio y qué es lo más atractivo con que cuenta cada uno de ellos. Todo esto sin dejar de enaltecer el suyo, al que considera ser el mejor del campus.
Luego de presentarle el campus a su viejo amigo, Luis continúa con su departamento. Pretende darle un recorrido y explicarle cada zona pero ambos saben que no hay mucho que ver o explicar porque aquel hogar se compone simplemente de una SALA que también es comedor y  en pequeña medida también cocinita, un pequeño y estrecho cuarto de lavado al aire libre y lo esencial, su habitación al fondo, que no es más grande que la SALA-comedor-cocina. En pocas palabras el departamento es un cuadrado perfecto dejando de lado la habitación que de contarla lo haría parecer una especie de apóstrofe u ocho con el círculo inferior más pequeño.

Seguimos en la SALA. He dicho seguimos porque yo soy aquella visita de Luis. En un parpadear de nuevo estamos en aquel ventanal  mirando ahora más allá del campus. Vemos el mercado del lugar y fuera de él un par de tianguistas y vendedores ambulantes haciendo su labor del día. Repentinamente observamos tumulto y caos entre las personas y yo no me lo explico, Luis ha visto la expresión confusa en mi rostro y me ha explicado al momento. Asegura que pasa a menudo y que esos disturbios ocurren cuando la policía hace visitas  ocasionales para revisar que todo esté en regla. No hemos dicho más. Nos limitamos a seguir observando y en lo personal logré ver un par de hombres cayendo mientras corrían y a otros ser atrapados mientras desmantelaban sus improvisados negocios informales.


En secuencia; una escena. Un tráiler de doble semi-remolque está ladeándose de par en par a punto de desestabilizarse y caer.
En la carretera junto a él, en toda su extensión, hay una hilera de personas formadas en línea recta ocupando sus cuerpos como un muro para evitar el ladeo del tráiler, dándole caderazos a las cajas muy al estilo del juego de pelota maya mientras una niebla acompañada de brisa los embestía suavemente. Todos cooperaban menos yo, por temor a no lograr la misión y así ser aplastado. Simple miedo a morir.
Una vez terminada la escena del tráiler puedo ver a Alexandra salir del grupo de ayuda, de aquel muro humano. Luce radiante para acabar de hacer un trabajo sucio. Quizá me vio dimitir y correr como gallina pero no me ha reprochado absolutamente nada.
Platicamos mientras caminamos por una calle estrecha y al poco hemos dado con el final de ésta, donde se hallan numerosos edificios (condominios). Yo me impresiono por algo que veo en ellos, sin embrago, no puedo saber a ciencia cierta de qué se trata, o si esa impresión realmente es por los edificios.
Estamos de pie en plena entrada de los edificios y mientras ella se sienta en la banqueta yo veo bajar de su casa a un muchacho en bermuda y sandalias que no tarda en cruzar el portón que da a la calle para salir a pasear mientras nos echa una miradita de desconfianza.
Sigo con la mirada a aquel muchacho que quizá se sintió intimidado por ver a dos extraños en la entrada de su edificio. Me ha parecido conocido. Luego de un par de pasos le he perdido de vista .
Alexandra me ha estado mirando y con un rostro cansado me pregunta -¿Y ahora que hacemos?
No tengo nada que contestarle pero de inmediato me pienso en volver a su departamento cuadrado frente al campus. (estoy confundido).

Repentinamente me doy cuenta que Luis Ángel se ha transformado en Alexandra o de alguna forma me percato de que pudo ser ella desde el principio.
Le pido que vayamos a su departamento con un tono pretensioso y ambos nos echamos a reír. Al parar las risas le hago saber que lo he dicho literalmente y que el tono que he usado es exactamente lo que ella intuye. Acabamos en su departamento, departamento que previamente había conocido por el hecho de que Luis me había invitado para mostrármelo como suyo.


De vuelta en esa SALA, por alguna extraña razón mi hermana se encuentra allí, esperando impacientemente. Con un tono molesto y muy a la  defensiva me cuestiona -¿Dónde estabas?  -Fuimos a caminar... al parque... estábamos juntos, ella y yo, añadí en tono sarcástico mientras señalaba a Alexandra a la que intentaba hacer entrar al debate, misma que no había dicho ni pío desde que cruzamos la puerta de entrada ¡Su puerta de entrada! ¡Su casa! Razón suficiente como para poder hacer ella las acusaciones infundadas y los reproches.
Por supuesto mi inoportuna hermana frustró nuestro jugueteo. Fue como ser sorprendidos por mamá y a pesar de la vergüenza tener que soportar el clásico sermón.

Continué respondiendo a sus preguntas de la forma más indiferente y desinteresada que me fue posible. Mientras tanto, Alexandra se mostraba impasible y yo no paré de recorrer la SALA, mirando los detalles que no vi cuando entre por primera vez en ella, junto con Luis.


Aparentemente sin relación alguna, una escena más. Al parecer se trata de un recuerdo surgido en la SALA durante el interrogatorio de mi hermana ya que se sitúa en un parque, y justo esa fue mi primera respuesta. Se trata de lo que sucedió de camino al departamento.
Aparezco dando esa caminata de la que hablaba, pero me percato de que mentí al responder porque me veo acompañado de Vanessa y siento que ella y yo venimos desde aquellos edificios.
Por ello deduzco que....no llegue a dichos edificios con Alexandra o que quizá nunca hubo una Alexandra tal como no hubo un Luis y por ende, fue Vanessa quien me acompaño por todo este camino desde el inicio. (Me encuentro más confundido todavía).

Partimos de inmediato de aquellos edificios y doblamos en un callejón por el que salimos a una calle mucho más amplia en comparación a la que usamos luego del rescate del tráiler. El nuevo tipo de calle que encontramos no sólo era más grande sino que parecía la calle de una colonia adinerada, repleta de casas bien cuidadas con árboles recién podados y autos que, sino último modelo, por lo menos muy modernos, y estacionados en sus respectivos patios. Vanessa que acababa se sustituir a Alexandra, caminaba detrás de mi haciendo ademanes, brincando y bebiendo agua de una botella. Me hizo voltear y detenerme para preguntarme -¿Sabes hacer esto?  Bebió un sorbo de la botella, la mantuvo en la boca de  forma que sus mejillas se inflaron cual globos y de la forma más inesperada lanzó un chorro de agua hacia mi boca, justo como lo hacían las máquinas de refresco hacía las botes en McDonald´s de Papalote Museo del Niño hace años.

Extrañamente me sorprendió y me dio una gracia tremenda, tanta como para pedirle, no, suplicarle que me enseñara el truco. ¿Que bizarro no?  Terminamos de carcajearnos y continuamos nuestro camino hacia el departamento.

Logramos llegar a un parque por el que niños corrían de aquí para allá y ancianas daban el paseo rutinario. Buscamos un buen lugar por donde pasaba un arroyo y allí permanecimos. Estando de pie y de la mano de Vanessa no pude dejar de sentirme atraído por ella y por ese dulce rostro que tiene. Quizá fue muy notorio puesto que las ancianas no nos quitaban la vista de encima al pasar, seguramente tachándonos de indecentes.
La tuve de frente y muy cerca, lo necesario para respirar su aliento. Continuamos la plática que empezamos desde los edificios y de la que me fui perdiendo poco a poco, pero no lo suficiente para notar que ambos estábamos deseosos de llegar a su hogar.
Seguimos mirándonos y creo que seguí diciendo las palabras correctas porque ella seguía mostrándose cada vez más halagada. El espacio empezó a cerrarse súbitamente, la insignificante distancia desapareció y sin darme cuenta ya estaba besándola. Sólo pienso en eso y nada más que eso. Sus labios. Esos labios tan parecidos a los de aquella modelo de revista que recorte hace semanas. Esos labios con forma de corazón, tan pequeños y cálidos con los que descubrí así, que en efecto fue a ella a quien propuse ir a intimar antes de cruzar esa puerta de entrada y encontrar a mi hermana.


Sin duda alguna la escena final. Empiezo a verle el sentido a todo esto. Paulatinamente entreabro los párpados y poco a poco con más frecuencia. Cierto, se trataba tan sólo de un sueño.

Extracto real de un sueño que tuve el  21/07/11


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